Publicado por: Tiempo21 | sábado 28 de junio de 2025 | Publicado a las: 10:46
Por: Claudia Soto Barría Magíster en Práctica Avanzada en Oncología / Subdirectora Centro de Investigación del cáncer James Lind.
Trabajo con pacientes oncológicos desde el 2016, para algunos puede que no sea mucho tiempo, pero cuando te rodeas del dolor, miedo y desesperanza que genera en las personas el diagnóstico de cáncer, puede sentirse como una eternidad. Es de conocimiento público que actualmente según las cifras entregadas por el Ministerio de Salud, el cáncer es la principal causa de muerte en región de La Araucanía, superando incluso a las enfermedades cardiovasculares, mientras que a nivel país aún se mantiene como la segunda causa de mortalidad, donde uno de cada 6 fallecimientos prematuros (antes de los 75 años) se deberán a esta enfermedad entre el 2023 y 2050. Si a esta situación alarmante sumamos los retrasos en los tratamientos oncológicos dentro del sistema público de salud bajo las Garantías Explícitas en Salud (GES), el panorama se vuelve aún más preocupante. En 2018, había 2.834 personas con cáncer en lista de espera para recibir atención; para 2024, esa cifra se disparó a 18.188. Frente a estos números, no puedo evitar preguntarme: ¿qué puedo hacer si un ser querido es diagnosticado con cáncer y no accede oportunamente al tratamiento que necesita? Frente a esta realidad, son muy pocas las personas que tienen la bendición de poder costear un tratamiento oncológico privado. Resulta indignante que una atención de calidad siga siendo un privilegio, mientras que otros deben resignarse a tener un lugar en la lista de espera que difícilmente cumplirá con los plazos establecidos. Porque si hay algo que un paciente con cáncer no tiene es tiempo. Otro camino frente a un diagnóstico con cáncer y que como población debemos perder el estigma negativo que puede conllevar, es considerar tratamientos a través de un estudio clínico. Se que no es fácil confiar en algo que suena técnico, desconocido o experimental. Pero hoy quiero hablarles no solo como profesional, sino también como alguien que ha caminado al lado de pacientes y familias que tomaron esa decisión con el corazón lleno de dudas… y también de valor. Un estudio clínico no es una prueba con personas, es una oportunidad cuidadosamente diseñada, con protocolos éticos rigurosos, regulados por el Instituto de Salud Pública (ISP), donde se busca encontrar tratamientos mejores, más eficaces y menos agresivos, siempre velando por la seguridad de los pacientes. Los participantes no son números; son el centro de todo. Cada persona que decide ingresar a un estudio lo hace acompañada, informada y protegida por un equipo de profesionales comprometidos con su bienestar. Página 2 de 2 Participar de un estudio clínico no significa renunciar a un tratamiento probado; al contrario, en muchos estudios se sigue recibiendo la terapia estándar disponible (es decir los tratamientos indicados por las guías GES o disponibles en el mercado), a la cual se le adiciona o se compara con una terapia innovadora. Además, los controles con especialistas son constantes y están asegurados para los pacientes, sin estar sujetos a la disponibilidad de horas y la demanda actual de la población. No todos los estudios clínicos son para todas las personas, ya que para garantizar la seguridad de los pacientes se deben cumplir criterios estrictos de elegibilidad, pero cuando se presenta uno que es adecuado, vale la pena mirarlo con mente abierta y corazón informado, como una opción de tratamiento para una enfermedad que para muchos significa el final. No es una decisión fácil, y es normal que existan temores e interrogantes como: “¿Y si no funciona?”, “¿Y si me va peor?”. Pero también hay que preguntarse: “¿Y si esta es mi oportunidad?”, “¿Y si esto cambia mi historia… o la de alguien más?”. Ningún tratamiento puede asegurarte hoy en día el 100% de éxito frente al cáncer, eso en realidad no existe, pero un estudio clínico si puede garantizar terapias dentro de plazos establecidos, seguimiento activo por parte de un equipo especializado, atenciones integrales orientadas a prevaler la calidad de vida, entre muchos otros beneficios donde el paciente y su familia no tendrán que costear nada. En síntesis, lamentablemente no contamos con una cura mágica para los diagnósticos de cáncer, y por más que nos gustaría que el escenario fuera otro, las cifras siguen en aumento, sin embargo, es nuestra responsabilidad como sociedad informarnos que de hoy en día contamos con más opciones de tratamiento disponibles al alcance de todos, las cuales pueden significar un real cambio en el pronóstico de esta enfermedad, y en cuanto a los estudios clínicos es imperativo saber que el objetivo siempre será la seguridad del paciente donde en todo momento, tendrá el poder de decidir, de preguntar, de saber y de retirarse si así lo desea.