Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 22 de junio de 2025 | Publicado a las: 11:34
Hoy en día, Chile tiene una oportunidad real para transformar su sistema de transporte en uno más eficiente, sostenible y centrado en las personas, gracias al avance de tecnologías como la inteligencia artificial (IA). Así lo sostienen expertos, quienes además advierten que, pese a los avances institucionales, aún persisten brechas significativas que dificultan dar el salto hacia un modelo de movilidad inteligente.
Actualmente no se observa un despliegue significativo de tecnologías avanzadas en el sector público, a pesar de que muchas de sus áreas son cruciales para el desarrollo económico. Esto es especialmente evidente en el transporte y la logística, donde aún hay limitaciones estructurales en infraestructura y serias dificultades en la coordinación entre oferta y demanda.
Uno de los avances más notables es el Sistema Integrado de Teleprotección con Inteligencia Artificial (SITIA), promovido por el Ministerio de Transportes, que conecta las cámaras de buses del sistema Red, con plataformas capaces de actuar ante riesgos en tiempo real. Al mismo tiempo, el Ministerio de Obras Públicas, está incorporando tecnologías digitales en áreas como vialidad y puentes, con sistemas de monitoreo y mantenimiento predictivo.
Ante este contexto, el decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad del Bío-Bío (UBB), Patricio Álvarez, manifestó que, para que la IA transforme el transporte, es necesario contar con un ecosistema sólido, que incluya datos de calidad, una infraestructura digital robusta y una gobernanza clara. “Si bien el país ha comenzado a implementar iniciativas, el grueso del sistema sigue operando con tecnologías tradicionales, baja interoperabilidad de datos y escasa capacidad de respuesta en tiempo real”.
Desde el mundo académico, el experto en inteligencia artificial de la UBB, Cristian Aguilera, coincide en que “la IA ya ha demostrado su efectividad en otros sectores como la industria 4.0 o la gestión de tráfico urbano. Chile está tecnológicamente preparado en ciertos aspectos, pero requiere visión estratégica, acceso a datos confiables y coordinación interinstitucional para aplicar estos sistemas de forma efectiva”.
Aguilera también enfatizó que la IA puede optimizar en tiempo real la eficiencia de rutas, reducir emisiones, detección de anomalías, monitorización en tiempo real y priorizar mantenimientos viales, siempre que se combinen capacidades técnicas con decisiones informadas.
En esta línea, Álvarez subraya que el objetivo debe ser claro, para construir un sistema de transporte que sea más amigable con las personas, eficiente en el uso de recursos, y capaz de enfrentar a los desafíos del cambio climático y la urbanización. Para lograrlo, sugiere retomar el desarrollo de una Arquitectura Nacional de Sistemas Inteligentes de Transporte, que permita una coordinación coherente y segura entre instituciones públicas, operadores, plataformas digitales y usuarios.
Agregó que “esa arquitectura debe establecer reglas claras sobre la seguridad de datos, los flujos de información y las responsabilidades, con foco en una gobernanza ética y participativa. Chile necesita un marco institucional sólido, que garantice que la IA no solo funcione bien desde el punto de vista técnico, sino también cuente con legitimidad social”.
Por su parte, el jefe del Proyecto Plan de Puentes de la Dirección de Vialidad del MOP, Marcelo Márquez, comentó que para avanzar, también es fundamental una transformación cultural en el uso y gestión de datos. “Tenemos poca cultura de datos en áreas operativas. Incorporar IA no es sólo un tema tecnológico, también implica capacitar a los equipos, actualizar regulaciones, y fortalecer marcos de ciberseguridad y la colaboración técnica con proveedores de tecnología”.
Uno de los temas más delicados es la protección de la privacidad. El investigador de la Escuela de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile, David Acuña, señaló que “la implementación de la IA, debe asegurar que los datos usados no infrinjan derechos individuales, ni se manejan sin control”. En su experiencia con drones para el monitoreo de aeropuertos, subrayó cómo la IA puede ayudar a reducir costos y promover la equidad, siempre que se respete la confianza del público. “Las tecnologías deben ser utilizadas con responsabilidad social”.
Por su parte, la doctora en Ingeniería Civil de la Universidad Técnica Federico Santa María, Alelí Osorio Lird, dijo que “la tecnología está a nuestra disposición, pero los verdaderos desafíos están en el ámbito organizacional. Sin continuidad institucional, capacidad de gestión y cultura de innovación, es complicado escalar las soluciones. La IA puede ser una gran aliada para planificar inversiones de largo plazo y evaluar impactos desde la equidad y sostenibilidad, pero se necesita un sistema institucional auditable, comprensible y ético”.
Desde el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, ya existe la Política Nacional de Inteligencia Artificial, que impulsa el desarrollo de capacidades, promueve la IA en sectores estratégicos como el transporte y la construcción de una gobernanza ética. Para Patricio Álvarez, este instrumento debería complementarse con la reactivación de la Arquitectura de Sistemas Inteligentes de Transporte, lo que facilitaría la coordinación entre actores y tecnologías bajo un estándar común.
Agrega que “el desafío no está solo en integrar algoritmos, sino en construir un ecosistema coordinado y seguro, que combine tecnología, personas, datos y decisiones responsables. La IA no es una solución mágica, pero puede ser una aliada clave para un transporte más justo, eficiente y resiliente”.
En definitiva, los expertos afirman que la implementación de la IA en el sistema de transporte, no sólo podría optimizar rutas o evitar congestiones, también podrían contribuir a una movilidad más equitativa, resiliente y sustentable. Sin embargo, para alcanzar estos objetivos, Chile debe cerrar sus brechas institucionales y culturales, y asumir la inteligencia artificial no como una simple tendencia tecnológica, sino como una herramienta que beneficie a millones de personas y fortalezca un modelo de desarrollo territorial más sostenible.