Publicado por: Tiempo21 | viernes 19 de diciembre de 2025 | Publicado a las: 15:42
Con una ejecución presupuestaria que roza el 80% a octubre, la región se consolida como el epicentro de la inversión del Plan Buen Vivir a nivel nacional. El informe de avance revela que se han superado las metas presidenciales en conectividad, logrando habilitar más de 2.000 kilómetros de caminos y miles de arranques de agua potable en zonas históricamente postergadas.
Este despliegue no solo responde a una necesidad de infraestructura, sino a una estrategia política de presencia territorial para disminuir brechas de décadas. La alianza con universidades para diseños de ingeniería aparece como la pieza clave que destrabó la burocracia estatal, permitiendo proyectar soluciones sanitarias para postas y escuelas rurales en las 32 comunas.
El Plan Buen Vivir ha dejado de ser una promesa de escritorio para convertirse en el motor de infraestructura más activo de la Macrozona Sur, con La Araucanía como su principal beneficiaria. El último reporte de octubre de 2025 confirma que la región concentra 199 obras finalizadas y otras 158 en pleno desarrollo, un volumen de intervención que supera las proyecciones iniciales del Ejecutivo. El impacto se mide en cifras que cambian el rostro del mundo rural: 2.705 nuevos arranques de agua potable que benefician a más de 12 mil personas y una red vial que ya suma 2.000 kilómetros de nuevos caminos, cifra que sobrepasa en un 30% la meta fijada originalmente por La Moneda para la zona.

El coordinador regional del programa, Marcelo García, sostiene que el éxito de esta gestión radica en haber superado la inercia del Estado mediante convenios estratégicos con la academia. Una inversión superior a los $16 mil millones ha permitido que cuatro universidades regionales y la Universidad de Chile lideren los diseños de ingeniería para servicios sanitarios y caminos. Este modelo ha permitido, por ejemplo, avanzar en soluciones de agua potable para 98 postas y 32 escuelas rurales, cumpliendo compromisos presidenciales que durante años estuvieron estancados por falta de proyectos técnicos viables.
Más allá del asfalto y las tuberías, el informe destaca el componente político del avance: se han realizado más de 1.670 encuentros con pertinencia intercultural. Según las autoridades del plan, este diálogo sostenido ha sido el lubricante necesario para habilitar la inversión pública en territorios donde antes existía una profunda desconfianza hacia la institucionalidad. Al fortalecer la relación entre el Estado y las comunidades indígenas, el Plan Buen Vivir ha logrado no solo ejecutar presupuesto, sino también priorizar una cartera de 90 nuevas iniciativas que buscan dar continuidad a este ciclo de inversiones durante los próximos años.