Perú llegó al repechaje porque en el primer tiempo hizo su tarea ante Paraguay que ya estaba eliminado. La Roja no mostró nada, ni funcionamiento, ni ataque, ni habilidad. Cero.

Chile finalmente llegó con algo de vida al partido frente a Uruguay, pero tenían que pasar varias cosas. Una que Perú no ganara a Paraguay, y Colombia no ganara a Venezuela. Esas dos cosas no ocurrieron. Lo peor es que perdió con un golazo de Suárez y otro de Valverde.

La selección más allá del partido, se quedó afuera no por este pleito; fue por un tema de largo aliento, desde la salida de Rueda hecha por la dirigencia encabezada por Pablo Milad hasta poner, a la rápida, a Martín Lasarte, siendo el plan F el que funcionó.

¿La historia? ya fue conocida bajo el mando del uruguayo, sólo cuatro triunfos (Paraguay ida y vuelta, Bolivia y Venezuela) el resto sólo derrotas (Brasil ida y vuelta, Colombia afuera, Argentina en Calama y el desgraciado partido contra Ecuador en San Carlos) y un empate ante Ecuador allá en la altura donde Lasarte «justificó» el punto pese a jugar con un hombre más tras una expulsión del cuadro local. Ahí se pudrió todo.

Esta generación le quedaba muy poco fuelle, más allá del amor propio de Bravo, Medel, Isla, Vidal, Aránguiz, Sánchez y por ahí el cuestionable rendimiento de Vargas (Lasarte jamás se atrevió a sacarlo en momentos clave cuando se requería otro jugador) ya las últimas gotas de la bencina se terminaron.

Probablemente el camino para la reestructuración será tortuoso, durísimo porque no hay mucho dónde sacar. Y el problema es que los escándalos en el fútbol chileno suman y siguen. Nadie hace nada, además de la nula seriedad de los dirigentes de nuestro fútbol que parece que les importa poco y nada lo que ocurre alrededor.

Llegar al próximo mundial será muy difícil, debe existir un trabajo, y eso, ahora, no se ve.