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Opinión: «A propósito de los dichos del Presidente Piñera y los proyectos de ley»

Publicado por: Claudio Nuñez | martes 23 de junio de 2020 | Publicado a las: 22:10

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Por Francisco Huenchumilla, Senador por La Araucanía

El Presidente de la Republica una vez más, dando cuenta de la incontinencia verbal que le caracteriza, sale a la palestra nuevamente, esta vez para denunciar a los parlamentarios que presentan proyectos de ley inconstitucionales invadiendo la esfera de competencia privativa del Ejecutivo, trayendo a colación conceptos jurídicos respecto del estado de derecho ( sobre el cual hay un amplio consenso a lo largo de nuestra historia republicana), y como colofón, señala que  en los próximos días convocará a una serie de personajes, probablemente de su círculo social, con el objeto de perfeccionar los procedimientos en virtud del cual el Congreso determina la admisibilidad o inadmisibilidad de las mociones de diputados o senadores.-

Es decir, el Presidente y su circulo de asesores detecta un problema, con las mociones supuestamente inadmisibles por inconstitucionales, y de ahí deriva que tiene con el Congreso un problema de naturaleza jurídica y eso explica la conformación de un grupo de abogados para resolver el problema. Si hay una materia que está ampliamente regulada en nuestro ordenamiento es precisamente ésta, como que hay normas al respecto en la Constitución, en la Lay Orgánica del Congreso y en los Reglamentos de las respectivas Corporaciones; y además por vicios en la tramitación de las leyes puede recurrir en ultima instancia al Tribunal Constitucional (instancia de singular simpatía para un gobierno de derecha).

Se equivoca una vez más el Presidente. El problema que tiene con el Congreso, a propósito de estas mociones supuestamente inadmisibles, es de naturaleza política y no jurídica, como lo plantea en su intervención.

¿Se ha preguntado el Presidente y sus asesores por qué en este escenario de crisis han proliferado distintas mociones parlamentarias, algunas de las cuales pudieran ser discutibles desde el punto de vista de quién tiene la iniciativa de ley? Esta es la pregunta que debería responderse y no presumir equivocadamente que de un tiempo a esta parte los parlamentarios se olvidaron que existe una Constitución.

Esto sucedió porque los parlamentarios vinieron a llenar un vació que el Gobierno no vio o no quiso ver respecto de las necesidades de la gente mas vulnerable; el gobierno falló en el diagnostico de aquello que era necesario hacer y cuando los parlamentarios llenaron ese vacío no halló nada mejor respuesta que atrincherarse en cuestiones formales señalando que aquellos no tenían facultades para inmiscuirse en esas materias, en vez de que, de buena fe, lo hubiera visto como una oportunidad política para buscar los acuerdos que después, tardíamente, tuvo que aceptar, y no haberse enfrascado en una política del goteo que tuvo que abandonar por ineficiente, dándose cuenta, después de estos tropiezos, que el mejor camino posible, sobre todo en situación de crisis, es el dialogo, es la política en su mejor acepción.

Y lo mas lamentable que esto ocurre, a poco mas de una semana de haberse firmado un Acuerdo para enfrentar la emergencia, por lo cual uno pudiera haber esperado que esa metodología virtuosa hubiera sido el inicio de una manera diferente de relacionarse del Gobierno con la oposición, dejando atrás la estrategia del “goteo” y del “pirquineo” que le podrán dar  rédito en el corto plazo y en el área chica, pero que no sirven para una política de Estado sobre todo en la crítica situación que como país estamos viviendo.

Con grandeza, el Presidente de la Republica, en vez de convocar a sus amigos, debería instruir a sus Ministros de hacer Política, así con mayúscula, y sentarse a dialogar con los parlamentarios y sus mociones, y buscar los acuerdos para superar los problemas formales y dar una respuesta a las necesidades de la gente que es, en definitiva, lo único que importa. Los parlamentarios saben de razones pero para ello el gobierno tiene que hacer su trabajo. Esto requiere generosidad, buena fe, sentido de estado, y por supuesto, gestión política.


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