En miles de rincones de Chile, hay perros sin raza definida que aún esperan una oportunidad. No nacieron con pedigrí, pero sí con la misma capacidad de amar, cuidar y ser parte de una familia. Este 28 de mayo, Día Mundial del Perro Sin Raza, nos invita a mirar con otros ojos a esos animales que, lejos de los escaparates de criaderos, buscan un hogar donde ser simplemente aceptados.

La fecha no es solo conmemorativa, es un llamado urgente a la conciencia. Se estima que en Chile hay más de 1,2 millones de perros en situación de abandono, y la gran mayoría de ellos no pertenece a una raza específica. Muchos fueron dejados atrás por razones tan duras como mudanzas, nacimientos no planificados o, peor aún, porque no «cumplían» con estándares estéticos.

Sin embargo, cada uno tiene una historia. Algunos fueron rescatados del frío, otros del hambre. Y todos ellos tienen algo en común: esperan ser parte de algo tan simple y poderoso como una familia.

Especialistas y organizaciones coinciden en que la solución pasa por educar en tenencia responsable, promover la esterilización y generar campañas activas de adopción consciente. Porque adoptar no es un acto de caridad, es un compromiso de vida.

Cuidar su salud, llevarlos al veterinario, vacunarlos y protegerlos de enfermedades como el moquillo canino o el parvovirus no debería depender de su origen, sino de nuestra empatía. Todos los perros, sin importar su raza, merecen vivir dignamente.

Este 28 de mayo, recordemos que la diferencia la hacemos nosotros. Que el amor verdadero no tiene etiqueta. Que quizás ese perro que espera en un refugio, en una plaza, o bajo la lluvia, solo necesita una oportunidad para enseñarnos lo que es la lealtad sin condiciones.