Publicado por: Tiempo21 | miércoles 4 de junio de 2025 | Publicado a las: 17:06
El pontífice sostuvo una inédita conversación telefónica con el presidente ruso y le pidió dar una señal concreta para frenar el sufrimiento en el conflicto. El diálogo pone el foco en la dimensión humana de la guerra y en la necesidad de abrir caminos diplomáticos reales.
En un momento marcado por el estancamiento del conflicto y el profundo deterioro humanitario en Ucrania, el papa León XIV y el presidente ruso, Vladímir Putin, sostuvieron este miércoles su primer diálogo telefónico, en una conversación que unió política, diplomacia y una firme apelación a la conciencia moral de los líderes mundiales.
Según confirmó el Vaticano y fue replicado por el Kremlin, el pontífice pidió directamente a Putin realizar un “gesto a favor de la paz”, en lo que fue descrito como un llamado urgente a reducir las tensiones y abrir paso a negociaciones significativas. León XIV recalcó “la importancia del diálogo como vía para establecer contactos positivos entre las partes y buscar soluciones concretas al conflicto armado que desde 2022 ha dejado miles de víctimas, desplazamientos masivos y una fractura humanitaria sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.
Aunque el presidente ruso reiteró su disposición a alcanzar una solución pacífica por medios políticos y diplomáticos —una postura que ha sostenido de forma reiterada ante la comunidad internacional—, los hechos sobre el terreno siguen mostrando una prolongación de la violencia, bombardeos sobre infraestructura civil y una creciente fatiga internacional frente a una guerra que no cede.
El papa, consciente de la influencia moral de su investidura, ha asumido un rol activo en denunciar los efectos devastadores de los conflictos armados sobre las poblaciones vulnerables. Su llamado a Putin no solo busca romper el hielo en el frente diplomático, sino también despertar una mirada ética que priorice la vida humana por sobre los intereses geopolíticos.
Este primer contacto entre León XIV y Putin podría marcar un punto de inflexión, no tanto por resultados inmediatos, sino por el símbolo que representa: la posibilidad de que la política y la fe se encuentren en el terreno común de la humanidad para detener el sufrimiento.
La historia juzgará no solo los actos, sino también las omisiones. Por eso, el llamado del papa resuena más allá de los muros del Vaticano y de los salones del Kremlin: es un grito al mundo para que no se acostumbre al horror de la guerra.