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Más de un tercio de los universitarios presentan conductas alimentarias de riesgo

Publicado por: Claudio Nuñez | martes 16 de diciembre de 2025 | Publicado a las: 11:49

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Estudio internacional -liderado por la U. Autónoma de Chile- mostró que el paso de la enseñanza media a la universidad constituye un período crítico que expone a los jóvenes a una combinación de presiones sociales, físicas y académicas que facilitan el desarrollo de estas conductas.

Una investigación recientemente publicada en Journal of Affective Disorders reveló que más de un tercio (35%) de los estudiantes universitarios en cinco países de América Latina reporta conductas asociadas a trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

En el estudio –»Proporción de trastornos alimentarios entre estudiantes universitarios latinoamericanos: un estudio transversal multipaís”– participaron científicos de distintos países y fue liderado por el académico e investigador asociado de la Universidad Autónoma de Chile, doctor Héctor Gutiérrez.

La investigación, analizó datos de 3.206 estudiantes de instituciones de educación superior de Ecuador, Chile (357 estudiantes, 11%), Brasil, Colombia y Paraguay. Para evaluar la presencia de conductas asociadas a trastornos alimentarios, se aplicó el cuestionario SCOFF, un instrumento que en base a cinco preguntas permite detectar comportamientos como la restricción dietética, los atracones y las estrategias compensatorias, entre ellas el uso de laxantes o el ejercicio excesivo.

El resultado indicó que, en promedio, el 35% de los encuestados (1.115 estudiantes) mostraron algún comportamiento asociado a estos trastornos. Los países con más prevalencia fueron Brasil (42,1%); Paraguay (41,7%); Chile (33,9%); Ecuador (33,7%); y Colombia (27,4%).

Factores de riesgo

El paso de la enseñanza media a la universidad constituye un período crítico que expone a los jóvenes a una combinación de presiones sociales, físicas y académicas que facilitan el desarrollo de estas conductas.

La investigación identificó que la mala percepción de la salud es el factor de riesgo más predictivo, con más del 55% de los estudiantes que perciben su salud como «mala» mostrando riesgo de conductas alimentarias desordenadas (CAD).

“Esta asociación sugiere que las CAD no solo están vinculadas a la apariencia, sino que son un indicador de un malestar generalizado que incluye problemas de salud mental, estrés y la adopción de hábitos de vida poco saludables tras la independencia”, destaca Héctor Gutiérrez, investigador asociado de la U. Autónoma.

Además, el estudio confirmó la vulnerabilidad diferencial por sexo: la probabilidad de riesgo es significativamente mayor entre las mujeres (39,3%), lo que refleja las arraigadas presiones socioculturales y estéticas que históricamente han afectado al género femenino.

Finalmente, el estudio encontró un vínculo directo con las variables antropométricas: los estudiantes que se encuentran en la categoría de sobrepeso u obesidad también muestran una mayor probabilidad de riesgo de CAD. Esto se debe a que el exceso de peso puede motivar la adopción de prácticas restrictivas y compensatorias no saludables en un intento por adelgazar rápidamente, alimentando el ciclo de las conductas desordenadas. En contraste, ser mayor de 21 años actúa como un factor protector, indicando que el período de transición inicial (adolescencia tardía y adultez temprana) es la etapa de máxima vulnerabilidad.

Realidad en Chile

Con una prevalencia del 33,9% en el grupo chileno, la principal conclusión es la confirmación de una vulnerabilidad compartida con el resto de la región. Las cifras chilenas se ubican en la mitad de la tabla de prevalencia regional (detrás de Brasil y Paraguay), pero la magnitud del problema requiere la misma urgencia.

Estos hallazgos son una señal de alarma para las instituciones de educación superior en Chile. “Es fundamental implementar estrategias preventivas y de intervención oportuna que aborden el bienestar integral. Los programas deben enfocarse en promover una percepción de salud positiva —entendida más allá de la delgadez—, brindar apoyo de salud mental y ofrecer herramientas para gestionar el estrés académico y social, antes de que estas conductas se consoliden en trastornos alimentarios clínicos”, agrega Héctor Gutiérrez.

En la investigación participaron también académicos de las universidades Internacional (Ecuador); Católica (Ecuador); Estadual de Londrina, Paraná (Brasil); San Sebastián (Chile; de Las Palmas de Gran Canaria (España); Espíritu Santo, Samborondón (Ecuador) y de Los Lagos (Chile).

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