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El fracaso de imperio chilensis

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 7 de noviembre de 2021 | Publicado a las: 11:15

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“…el terrorismo en Chile, se comporta como un adolescente rebelde e incorregible, y el papá fisco fue débil en su formación, no lo controló cuando debía y al querer imponer control, todo se salió de madre”.

Escribe: Jorge A. Aguirre Hrepic, profesor de Estado, consultor en Inseguridad, criminalista-criminólogo.

La acumulación de diversas y variadas situaciones en cualquier contexto, invitan por sí solo a evaluar el funcionamiento de cualquier sistema, institución, organismo e incluso un país.

En este sentido la sociedad jurídicamente organizada, denominada Estado, posee unilateralmente todos los componentes monopólicos para desarrollarse convenientemente, máxime cuando cuenta con la bendición democrática de elecciones populares, donde se eligen sus representantes, es decir el pueblo posee voz y voto.

Fuera de las excusas baratas y al grano, como puede funcionar un sistema público que tiene tendencia a la “autodestrucción” en todo sentido y a todo evento, a partir de una escalada de movimientos fallidos hacia todos los puntos cardinales.

Chile, ha dejado de ser una fértil provincia señalada por fuerte principal y poderosa, a decir del poeta español Alonso de Ercilla y Zúñiga. Fundamentalmente, porque en los ojos del mundo libre, de la admiración al modelo chileno, hoy derraman lágrimas de incertidumbre e incredulidad al observar como la grasa estatal, superó a la musculatura fibrosa, del empuje y energía del desarrollo.

Esta tendencia, transversal del estamento gobernante, más allá de los colores políticos tradicionales, al fundar una fuerza masiva de empleados no calificados para muchos puestos, ha generado una corriente de lentitud e inobservancia que afecta al país entero. Hay demasiadas cuerdas para pocos trompos, así de simple.

El imperio “Chilensis”, creció demasiado, como si hubiese sido la propia Roma de los césares, por lo tanto cuando aparece alguien (léase candidato a la presidencia) que quiere controlar y reducir mediante una dieta estricta, a la grasa estatal, para evitarle una diabetes colectiva que solo generará más descontrol, es que suenan las alarmas de la ansiedad que provoca la pérdida potencial de múltiples beneficios y prebendas, por parte de los malos empleados públicos de disímil contrata, quienes se sienten terriblemente amenazados.

Tal acción en perspectiva, genera más tranquilidad al ciudadano que cancela sus impuestos, al empleado público que cumple y a quienes el derroche de la carga publica, los tiene aburridos. Ahí, radica, la potencia del cambio en los números de la estadística política, reflejados en las encuestas, que ayer eran buenas y hoy como no convienen, son malas.

Para contextualizar, un “Imperio”, es en términos generales, un estado múltiple en todo, tanto en lo religioso, cultural y étnico, que consiguió gran   parte de su territorio mediante conquistas de anexión y que, además, mantiene una expansión constante mientras no haya presiones externas o internas de tipo económico (algún periodo de crisis), de tipo político (caída de la casta dominante) o militar (invasión por parte de otro Estado). Acaso, esto no es Chile, incluso hasta para los Constituyentes e ignorantes multi populistas o pluri populistas de todo.

En este lugar del mundo, al emperador, se le llama presidente, jefe de estado, primer mandatario o el menos malo, por quien se votó en la elección pasada. 

Pero tenemos democracia y no se ha inventado nada mejor que ella, incluso a regañadientes para los propios autos denominados, “demócratas”. 

 Más allá del metafórico estilo de denominar imperio a algo que tal vez ya no lo es, con mucha liviandad dialéctica un grupo ataca a otro, tachándolo de imperialista o anti imperialistas, lo que prácticamente da lo mismo, ya que los que derrocaron al último emperador chino, por linaje, hoy son emperadores en base a la fuerza de su ideología. ¿Qué paradoja más humana? 

Es decir, China, sigue siendo imperio, como debe estar feliz Vladimir Ilich Ulienov, quien sentenció en su libro “El imperialismo: la fase superior del capitalismo”, donde señaló: una guerra imperialista es, una guerra de conquista, de bandidaje y de robo, una guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo reparto de las colonias, de las “esferas de influencia” del capital financiero.  Entonces, ¿en qué estamos ahora?

Sin duda estamos en una guerra económica, política y social, donde el campo de batalla, son las redes sociales, las calles, el desorden y el descontrol, total, todo está financiado, sobran las “lucas” (dinero en jerga popular).

Seguidamente, con el modelo de imperio económico de Chile, sin deuda externa y crecimiento sostenido, que venía en el testamento del no querido Gobierno militar, comenzaron en los sucesivos cambios democráticos de gobiernos, una alternancia que en gran parte no estuvo a la altura de controlar el gasto público, de ahorrar, de hacer buenos negocios, de proyectar a Chile en el futuro y quedamos un tanto empantanados.

Es aquí, donde surge una arista insoslayable, que lleva muchos años y que la irresponsabilidad permanente del Estado no ha querido asumir con eficacia, nos referimos a la “multivariable problemática que vive la zona sur del país”, motejada como conflicto “mapuche”.  

Esta derivada en el concierto nacional, ha provocado demasiados dolores de cabeza y los remediales han sido solo aspirinas, por lo que la cefalea, continua y no se recurre al scanner, para saber bien de que se trata esta suerte de enfermedad, transformando un tema clínico político en un paliativo policial. Confundiéndose seguridad con orden público, inteligencia con desinteligencia y ahora último, se recurre a especialistas de otra área de gestión como son las Fuerzas Armadas.

Por otra parte, quienes generan los dolores de cabeza, con el máximo dolo específico de causar malestar, son pequeños grupos de personas con ambiguos discursos, controladores de una verdad comunicacional sin parangón y con mucha capacidad de daño.

Estos grupos, han renovado el romanticismo subversivo de la segunda mitad del siglo XX, pero esta vez con un soporte logístico, organización y apoyo, nunca antes visto, fundamentalmente porque el escenario cambió y el imperio chilensis, está a otro nivel,  más débil, más permisivo, más complaciente.

La mejor muestra de todo, se materializó profusamente cuando se decidió tardíamente, y ante centenares de atentados de todo tipo incluidas pérdidas de vidas humanas de segunda categoría, porque eso son, las víctimas del terrorismo, que ahora se llaman “violencia rural”.

Decimos tardíamente, ya que el terrorismo en Chile, se comporta como un adolescente rebelde e incorregible, y el papá fisco fue débil en su formación, no lo controló cuando debía y al querer imponer control, todo se salió de madre.

Eso fue lo que pasó recientemente en el sector de Cañete, donde el elástico de la paciencia se rompió, y en un rutinario ataque a las fuerzas policiales y militares del Estado, hubo una respuesta inesperada, sorpresivamente para algunos, y las armas fiscales funcionaron contra las armas ilícitas, resultando un muerto en combate (denominado weichafe por sus colegas) y varios heridos, esta vez sin baja para la Infantería de Marina de la Armada de Chile.

Por supuesto que, en plenas campañas políticas para elecciones, hubo todo tipo de lecturas y dividendos espurios pero, en definitiva, lamentablemente falleció una persona a lo menos.

La algarabía y desorden con cortes de caminos matutinos y humillación a las fuerzas del Estado, se quebró, y los vociferantes asumieron el rol de víctimas de inmediato, todo calculado.

Las respuestas comunicacionales dieron para todo, el nerviosismo del ministro del Interior fue más que evidente,  la petición de entrega de cámaras de video solo de las fuerzas del orden fue la tónica, por el otro lado nunca se entregan cuando no conviene a la causa, se recuperaron armas, municiones y vehículos robados, hubo detenidos, todo calzaba, hasta que llegó lo previsible, la mirada por el costado de la dama de la justicia, que una vez más miró de soslayó  y escuchó por un oído, decretando libertad a los detenidos, cuando en casos menos gravosos ha decretado otra cosa.

Luego, lo clásico separar las causas, al estilo Catrillanca, y que sea lo siempre pasa. A la clásica versión, a la chilena.

Como era esperable, el Estado se asusta y se detiene en su actuar, entonces se deduce debilidad y los atentados siguen a todo ritmo, incluso, al cierre de esta edición, se reportó un ataque incendiario a la familia directa del diputado por Malleco y ex gobernador Jorge Rathgeb, entre otros.

De los videos que muestran públicamente cierto potencial de poder de fuego y actividad miliciana por parte de grupo terrorista “WAM”, de La Araucanía, no nos referiremos en esta oportunidad, ya que es un tema para tratar exclusivamente. Sin embargo, el miedo de las personas ya no conoce la compasión. 

Finalmente, lo más increíble e iluso proviene de la Contraloría General de La República, quienes para constancia redactan un documento clásico, para salvar la imagen decaída de la clase dirigente de todo tipo, señalando textualmente: “Con ocasión de las próximas elecciones de Presidente de la República, Senadores, Diputados y Consejeros Regionales, a efectuarse el día 21 de noviembre de 2021, esta Contraloría General, en uso de sus atribuciones constitucionales y legales, ha estimado necesario impartir las siguientes instrucciones. Prescindencia política de los funcionarios de la administración del Estado”.

Invocando, cuando conviene, lo que los constituyentes están llamados a deconstruir, señalando, es necesario tener presente que de acuerdo con el principio de juridicidad, establecido en los artículos 6° y 7° de la Constitución Política, y lo dispuesto en los artículos 2°, 3°, 5° y 7° de la ley N° 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, es obligación primordial de los servidores públicos cumplir fiel y esmeradamente, dentro de sus competencias, los cometidos propios de sus cargos, con miras a la eficiente atención de las necesidades públicas.

Lo anterior, como si el estado no estuviera lleno de muchas personas que llegaron a determinados puestos por la política y no por competencias ni méritos personales o profesionales.

Esta misma CGR, no se pronunció por el problema del constituyente que no puede renunciar, que no asiste a trabajar y recibe su dieta. Eso sí, llego al cargo en base al mérito de su activa actuación en los tantas veces referidos desordenes de octubre de 2019.

El chiste de probidad no termina, ya que el dictamen, lo firma el Contralor subrogante Osvaldo Vargas, quien ejerce ese cargo, por sobre la subcontralora titular, contraviniendo las propias normas del servicio público. El que puede, puede.

En definitiva, en Chile ya no somos imperio, volvimos a lo nuestro, “una fértil provincia señalada en la región antártica famosa, pero ya no respetada por remotas naciones y menos por fuerte principal ni poderosa”.

Cayó Roma y también ha caído el Imperio Chilensis. 


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