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Opinión

Editorial: Salud: recursos y humanidad

Publicado por: Claudio Nuñez | domingo 26 de enero de 2020 | Publicado a las: 00:33

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Anuncian cambios en nuestro sistema de Salud. Positivo. Se requieren recursos y humanidad porque en los últimos años, el país que se atiende en la red hospitalaria pública no comprende medidas tan frías y sin ninguna pizca de comprensión que significa para las familias separarse de sus enfermos. Por una decisión médica, deriva a pacientes hacia hospitales de menor complejidad para continuar tratamientos o simplemente, esperar su minuto final. Ejemplos hay muchos.

 

Una de las demandas más palpables, sentidas y justificadas es por atenciones de salud dignas y oportunas. Han sido demasiados años de postergaciones que buscamos terminar a través del Plan Salud Universal, enviado esta semana al Congreso Nacional. En concreto, se extiende la protección financiera y plazo máximo de tiempos de espera -similar a las garantías del Plan Auge- al resto de las prestaciones, beneficiando a más de 14 millones de usuarios de Fonasa.

Arturo Zúñiga, subsecretario de Redes Asistenciales –autor de estas pinceladas en torno a la mala salud de nuestro sistema público de salud- agrega que no habrá distingo entre género, edad, nivel de ingreso o condición de salud, ya que todos tendrán la misma prioridad de atención. No es una receta mágica y menos la privatización del sector público de salud, cuya mejor prueba es que hoy el 99,6% de las 4 millones de prestaciones Auge se resuelven en la red de salud pública.

“Se mandará por ley a Fonasa, a los Servicios de Salud y a los hospitales, para que se conviertan en el guardián, defensor y garante de las atenciones dignas a los pacientes, brindándoles la seguridad y el respaldo que requieren de su seguro de salud”, dijo el subsecretario.

Para quienes están tras las banderas de la oposición, la reforma presentada por el Mandatario «cuida el negocio de las Isapres y busca entregar nuevos clientes a las clínicas, horadando la obligación por ley que tiene Fonasa».

Para el país, principalmente, los millones de chilenos que reciben atención médica, tratamientos y atenciones hospitalarias en el sistema público de salud, una mejor  calidad del servicio no pasa por una reforma a lo existente, a pesar que en algunas materias se requieren correcciones y cambios.

En lo fundamental, se requiere que las políticas gubernamentales se sostengan con una fuerte inyección de recursos, una mejor administración de lo existente y la incorporación de organizaciones comunitarias en el diseño de sus políticas, porque sin esa participación, la red hospitalaria no será capaz de incorporar una mirada más humanitaria y solidaria, en la relación del sistema de salud con sus usuarios.

No son solo palabras de sentido general. Señalaremos un solo ejemplo: en los últimos años, el país que se atiende en la red hospitalaria pública no comprende medidas tan frías y sin ninguna pizca de comprensión que significa para las familias separarse de sus enfermos, porque una medida administrativa médica, deriva a pacientes hacia hospitales de menor complejidad para continuar tratamientos o simplemente, esperar su minuto final, solos y sin el afecto y cariño de sentirse rodeados de los suyos.

¿Quién puede terminar con esto?, ¿cómo hacerles ver a los médicos que adoptan estas medidas que estas decisiones llevan angustia y dolor a familiares y amigos de los pacientes? Sólo la participación de organizaciones comunitarias con voz y voto, informadas y respaldadas por el sentir ciudadano podrían representar el sentir de los chilenos.

Sin duda, las camas en los hospitales es un bien escaso y de alto costo. Pero resulta incomprensible que se adopten medidas para atender a nuevos pacientes a costa del desapego y distanciamiento de otros, de su entorno familiar y de los afectos. S

Si se está estudiando para mejorar el sistema, significa que además, se dispondrán de los recursos para que la disponibilidad médica, de infraestructura y servicios, garantice a todos  que nadie sufrirá estas decisiones alejadas del sentido humano, porque desplazar pacientes a otras ciudades solo provoca angustia,  dolor y un inmenso sentimiento de desprotección por el alejamiento de un ser querido que requiere atención médica de calidad, afecto y cuidados de los suyos que, impávidos no logran comprender estas deshumanizadas medidas administrativas.

 

 


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